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Hoy, nos damos cuentas que este “viaje de conexión” debe hacerse visceralmente dentro de nuestros propios cuerpos.

Edwin McMahon y Peter Campbell

Mientras completaban sus estudios de doctorado en la Universidad de Ottawa durante la última parte de la década de los 60, Edwin McMahon y Peter Campbell juntaron sus antecedentes complementarios en psicoterapia, espiritualidad ignaciana, investigación psicológica de la religión, la filosofía y la teología cristiana para empezar a formar una síntesis única.

Campbell estaba muy familiarizado con los trabajos de Teilhard, pero se daba cuenta que su sentido intuitivo de que la materia y el espíritu interactúan en el cosmos y la evolución humana, seguía careciendo de la chispa que encendiera todo el potencial en la comprensiva visión de Teilhard sobre la “Cosmogénesis”, la “Antropogénesis” y la “Cristogénesis”.

McMahon, quien aportó al equipo una investigación más extensiva en la espiritualidad y la psicología así como en la psicoterapia, estuvo de acuerdo. Juntos buscaron no sólo el apoyo teórico comprobado para su síntesis, sino que McMahon empezó a experimentar con el diseño de talleres experienciales prácticos. Buscaba facilitar que los participantes empezaran a desarrollar lo que inicialmente llamó Enfoque Bioespiritual, y más tarde “el hábito de la sensación sentida”. Unos cimientos basados en el cuerpo y psicológicamente sanos para una espiritualidad global

Al juntar sus distintos antecedentes y experiencia, no les tomó mucho tiempo a McMahon y a Campbell para darse cuente que la “sensación sentida” de Gendlin era una importantísima clave para la visión de Teilhard sobre la evolución de la conciencia humana. Esta era el motor que hacía que caminaran la congruencia y el potencial hacia una mayor conexión. Tanto la visión de Teilhard de Chardin como la de Karl Rahner sobre la interacción entre la materia y el espíritu en la evolución, se daba de manera práctica y orgánica en los seres humanos en el desarrollo de sus sensaciones sentidas; lo que McMahon estaba llamando “el hábito de la sensación sentida”

Era el cuerpo humano, junto con su capacidad innata para conocer, la puerta para un futuro progreso humano.

Un vasto recurso evolutivo hasta ahora inexplorado estaba esperando ser descubierto en el sinfín de sorpresas que surgen cuando, como eventualmente escribiría McMahon, “aprendemos a desarrollar el hábito de “reconocer” y “nutrir” todos nuestros sentimientos importantes”.

El cuerpo humano contiene un “más” o una historia bajo los sucesos e historia personal que bullen en la superficie. Existe una corriente evolutiva más profunda e implícita esperando avanzar dentro de cada vida humana.

Campbell y McMahon habían sido entrenados en la tradición espiritual de Ignacio de Loyola, fundador de los Jesuitas. Con este antecedente común podían apreciar la espiritualidad evolutiva de los dos Jesuitas Pierre Teilhard de Chardin y Karl Rahner. Es el cuerpo humano el que proporciona nuestro eslabón espiritual más cimentado, tanto para los detalles de la vida diaria como para el misterio de un universo en evolución. ¡Paradójicamente, nuestro cuerpo, que tanto identificamos con la mortalidad y la descomposición, es en sí mismo nuestro puente consciente a la inmortalidad! Es nuestro enlace más precioso con el universo entero –y más allá.

A principios de la década de los 70's Campbell y McMahon se dispusieron a explorar la liga entre el Focusing y la espiritualidad. Encontraron que la capacidad del cuerpo para experimentar el significado sentido es nuestro puente olvidado que conduce a la experiencia del espíritu. Como proclamó con tanta elocuencia el poeta William Wordsworth, el recurso en la conciencia para nuestras “intimidades de inmortalidad”.

El conocimiento corporal, surgía como un regalo espontáneo o sorpresa. La sensación sentida no era el resultado de la lógica y la razón. No podía predecirse ni controlarse. Existe una cualidad de gracia trascendente en la sensación sentida al revelar un significado en el cuerpo.

McMahon y Campbell ampliaron el Focusing para hacer énfasis en esta dimensión de don, ligando el conocimiento intelectual de nuestra cultura basada en la información con nuestra sabiduría corporal basada en el espíritu, abriendo todo un nuevo paradigma de conciencia humana a la exploración. Inicialmente llamaron a su síntesis “Enfoque Bioespiritual”, agregando el prefijo “bio” para señalar la contribución central del cuerpo a la experiencia de don o gracia en la vida humana. En años más recientes han llegado a darse cuenta que la clave que desentraña esta conciencia humana en evolución es la capacidad de desarrollar el “habito de darse cuenta y nutrir todos los sentimientos importantes”, junto con el conocimiento sentido del cuerpo que está implícito en nuestros sentimientos.