Formando Niños Llenos de Paz

Hace más de cuarenta años, Abraham Maslow retó a los psicólogos jóvenes a dedicar su vida a investigar el origen de la violencia humana. Como psicólogos de la religión, nosotros sentíamos que la impotencia de la religión como detractora efectiva de la creciente violencia que nos rodeaba era profundamente inquietante. El llamado de Maslow se convirtió en parte integral de nuestras vidas e investigación.

Siempre estaba presente cuando diseñábamos y evaluábamos los cientos de talleres que dimos a grupos, nuestros años como psicoterapeutas, consejeros, educadores, investigadores de doctorado, y en los experimentos que hemos realizado en nuestro propio crecimiento personal y el desarrollo de la Bioespiritualidad.

Después de todos estos años, la conclusión a la que hemos llegado es que el origen de casi toda la violencia, de casi toda la conducta destructiva; tal vez de toda, está en la ausencia de un conocimiento cimentado en el cuerpo para cuidar de nuestros sentimientos, especialmente nuestros miedos y lágrimas. En otras palabras, el no haber sido enseñados en la infancia lo que ahora llamamos “el hábito de darse cuenta y nutrir todos los sentimientos importantes”, especialmente los llamados “negativos”.

Nada afecta nuestra conducta más que el modo en que nos sentimos con respecto a nosotros mismos. ¡El modo en el que “lidiamos” con esos sentimientos cuando son difíciles es una conducta aprendida! Los niños observan cómo los adultos, especialmente sus padres, tratan a sus sentimientos y después los imitan. Con el tiempo, surgen los hábitos. Estos hábitos pueden llevar o a una mayor salud y plenitud, o a “la evasión de proceso” y la patología.

Cuando utilizamos la palabra “violencia” no sólo nos referimos a conductas físicas obviamente destructivas, sino también a cómo aprendemos a relacionarnos con nuestras propias emociones. Con frecuencia, cuando fuimos niños, experimentamos que los adultos etiquetaban los sentimientos como “buenos” o “malos”, “aceptables” o “no aceptables”. Dependiendo de la etiqueta, nos enseñaban maneras “apropiadas” de “lidiar con” ellos. Aún es difícil encontrar padres que puedan modelar tanto como guiar de manera consistente e inteligente a los niños a que desarrollen un hábito saludable como el que llamamos “notando y nutriendo sentimientos importantes”.

Aprendemos por la investigación intelectual, que alrededor de la edad de seis años, se han establecido los patrones neurológicos de respuesta a los sentimientos y se vuelve cada vez más difícil con la edad, cambiarlos. Una y otra vez, la información que arroja la rehabilitación, identifica ciertos sentimientos que continuamente resurgen en los niños con problemas. Si no hay un hábito positivo establecido para procesar tales sentimientos, pronto los jóvenes empiezan a abusar de la comida, fumar, ingerir drogas, alcohol, comida chatarra, etc. Los sentimientos como “no encajar”, “no pertenecer”, “no ser tan amados por los padres como el hermano o la hermana”, “no ser tan bonita como...”,“no ser tan bueno en los deportes como...”

Es por esto que este sitio web debe ser visto como el mero principio de un desarrollo más grande de recursos, videos, cintas, programas escolares y eclesiales, y grupos de apoyo /entrenamiento para padres, para poder llegar efectivamente a todos los niños con una enseñanza y experiencia esenciales, absolutamente necesarios para su crecimiento sano. No podemos darnos el lujo de no prestar atención a esto por más tiempo, por la salud humana y la creación de un mundo pacífico.

Si de verdad queremos comunidades y familias pacíficas y escuelas sin violencia, entonces tenemos que enseñar a los niños, empezando en el hogar y en preescolar, cómo notar y nutrir todos sus sentimientos importantes para que sus historias internas se puedan desenvolver y ser escuchadas. Si se apoyan continuamente las escuelas y los hogares, y tal vez también los otros grupos sociales formativos en los que participan, por ejemplo scouts, iglesia, deportivos, etc., entonces se pueda establecer un hábito de por vida. Cuando los niños no se sienten bien acerca de sí mismos, necesitan saber cómo cuidar de sí mismos y entre ellos antes de que empiecen a actuar sus sentimientos negativos de maneras destructivas.

Una vez que se establece en sus cerebros el patrón de no atender sus sentimientos y se programa el hábito en sus conductas externas, los cambios se vuelven extremadamente difíciles y costosos. Consumen mucho tiempo, destruyen vidas, generan desesperanza y en el mejor de los casos sólo se tiene poco éxito.

Un hábito encarnado debe ser cambiado por otro igualmente encarnado para que pueda darse algún cambio duradero en la persona. La oportunidad de que esto suceda tiene demasiadas cosas acumuladas en contra. Como dijo muy claramente Lancelot Law Whyte, los valores e ideales externos sencillamente no pueden hacer el trabajo efectivamente, pues no pueden ser internalizados en el cuerpo cuando ya existe un hábito corporal contrario. Así es de que el mejor remedio siempre es la prevención ayudando a los chicos desde muy temprana edad a desarrollar un hábito corporal de “conocer en sus huesos” cómo cuidar todos sus sentimientos.

Del desarrollo temprano de este sencillo hábito de cuidar de nuestros sentimientos, pueden desarrollarse internamente los valores, conductas, salud mental, emocional y comunitaria que todos queremos crear, vivir y heredar a nuestros niños.

Nutriendo Espiritualidades Sanas

Creemos que el primer paso fundacional hacia el desarrollo de espiritualidades sanas“el hábito de notar y nutrir los sentimientos importantes.”

Imagina lo que sucedería a nuestros niños en todo el mundo, si cuando menos uno de sus padres empezara regularmente a motivarlos y enseñarles cómo cuidar de sus sentimientos importantes en el contexto de una “presencia gratificante”. A través de la puerta de tales sentimientos, aún aquellos que asustan como sus miedos y lágrimas, podrían entonces descubrir el don de su propia identidad.

Imagina también lo que ocurriría si los líderes eclesiales se dieran cuenta del beneficio que brinda este enfoque como apoyo a la vida familiar y comunitaria. Podría despertar un sentido del rol del cuerpo en el crecimiento espiritual como la conciencia de don (gracia) y la experiencia de lo sagrado en cuidar por nuestros sentimientos importantes. La práctica de una espiritualidad directamente conectada con la sanación de miedos atorados y la disminución de la violencia podría ser entonces una experiencia tangible en el cuerpo

Muchas de nuestras decisiones que dañan nuestra vida están ligadas a una desconexión crónica de lo que nuestros cuerpos ya conocen acerca de situaciones, opciones, y juicios importantes. El hábito de notar y nutrir sentimientos importantes facilita nuestra capacidad de conectar internamente con este depósito.

La mayoría de los papás se preocupan acerca de sus hijos, y de cómo proveerles con lineamientos prácticos para una vida moral y cimentada en valores. Pero ¿qué sucedería si pudieran elegir el camino para que la siguiente generación pudiera acompañar sus propias dudas, confusión, lágrimas y miedos, para que aún estos no les impidan crecer?

Si los padres, maestros y personas que atienden niños pudieran hacer esto, no sólo le habrían dado a los niños un recurso permanente que les permitiera superar los momentos difíciles, sino también los habrían iniciado en un caminar espiritual que continuaría toda su vida.

La conciencia de participar en una realidad más grande no sólo les vendría de las enseñanzas y tradiciones religiosas, sino también de la experiencia de sus propios cuerpos. Se darían inmensos y positivos beneficios sociales si se pudiera reconocer la conciencia corporal como una de las mayores fuentes de sabiduría para la paz, comunidad y los valores morales vitales. Ahora sabemos que si se practica por un tiempo el hábito de notar y nutrir nuestros sentimientos importantes se desarrolla este recurso en nuestro interior.

El crecer en plenitud humana siempre ha sido reconocido como sagrado en las tradiciones religiosas sanas. Para nosotros, ¡la santidad ES el camino a la integración! El crecer en conciencia ES la creciente madurez de conciencia de esa conexión “en” un poder superior, ligado a un “proceso mayor que se desarrolla”. Nuestro trabajo en el instituto y su expresión en este sitio web ha sido el descubrir una manera sencilla, fácil de comprender, la estructura para desarrollar la conciencia de esa conexión en nuestros cuerpos, y no sólo percibirlo como más ideas, ideales o enseñanzas para la mente.

Esperamos que este sitio web represente cuando menos el comienzo de un cimiento corporal sano sobre el cual la gente común pueda renovar sus preciadas tradiciones religiosas y espirituales, o cuando sea necesario, construir nuevos cimientos que puedan favorecer el crecimiento humano sano, respete el rol del cuerpo en el desarrollo espiritual, y sea lo suficientemente sencillo y práctico para que pueda ser enseñado a los niños en una era de conexiones corporales rotas.

Al desarrollarse este sitio, planeamos compartir nuestra propia integración de lo que para nosotros es una bioespiritualidad cristiana intrínseca. Surge de nuestra tradición Judaica – Cristiana y descubierta en nuestro propio darnos cuenta y nutrir sentimientos importantes.

Tenemos la esperanza de que cualquier influencia renovadora que pueda tener nuestro esfuerzo dentro de nuestra propia herencia espiritual, sirva también como una invitación para aquellos en otras tradiciones espirituales.

Poder crecer con este “hábito de estar en la sensación sentida” puede crear un puente de esperanza, dar recursos, dirección de vida, y un conocimiento interior de que cada uno de nosotros es parte de un proceso vivificante más amplio, una fuente de energía más grande. Tal esperanza y espíritu están llamados a madurar en el cuerpo. El Instituto de Investigación Bioespiritual existe para ayudar a todas las personas a encontrar formas sencillas y prácticas de restaurar la conexión, especialmente en las vida de los niños, nuestro futuro colectivo.

Al concluir esta página, te invitamos a que hagas una pausa por un momento. Cierra tus ojos si te ayuda, permite que tu atención se centre en tu interior.

Date cuenta cómo responde tu cuerpo a lo que acabas de leer.

Da un tiempo para notar y nutrir de una manera abierta y respetuosa lo que tu cuerpo te diga.

Permite que esta experiencia interior se conecte con cualquier cosa que surja espontáneamente en tu interior y se sienta conectada de alguna manera con lo que estás sintiendo.